Portada El pasajero clandestino: Oscar Ortega.
El pasajero clandestino fue un número especial que salió bajo el paraguas de nuestro sello Planeta clandestino. Albergaba los cómics que habían realizado los alumnos del Aula abierta del cómic de Logroño (germen del posterior fanzine “Pussytron”) y también de los profesores y de colaboradores del Fanzine Pasaje que fueran de Logroño.
Y fue aquí donde acabó mi cómic “La duda”. Al principio no me gustó mucho que mi historieta más madura saliera en esta revista, más amateur incluso que los anteriores Pasajes, puesto que la había concebido para el Pasaje nº 2. Pero como dicho número nunca llegó a aparecer pues bueno, mejor esto que nada.
La duda.
Efectivamente, “La duda” fue un punto de inflexión muy importante en mi relación con el cómic. Es el primer y último guión propio que me satisfizo (creo que sólo escribí uno más después). Fue con “La duda” que el cómic dejó de ser para mi un divertimento o un futurible medio de subsistencia y se convirtió en un medio más para expresar mis inquietudes, para generar o exorcizar emociones, en un proceso paralelo al que estaba siguiendo con la pintura, y muy probablemente a consecuencia de la deriva que ésta estaba tomando en ese momento (1999) con obras como el tríptico “Arde el alma”.
Consecuentemente, tras este cómic perdí interés por escribir guiones a no ser que tuviera la necesidad de expresar algo, puesto que no es lo mío el escribir por el mero placer de escribir; es de sabios reconocer las propias limitaciones.
Boceto de la protagonista de "La duda".
En “La duda” simplifiqué el dibujo influido conscientemente por el “Cages” de Dave McKean, que había leído un año antes, e inconscientemente por “Understanding comics” de Scott McCloud y sus teorías de que cuanto más icónico (menos realista) es un personaje, más fácil es la identificación del lector con éste, y por tanto más fácil es transmitirle sus emociones. También creo que mi primera experiencia en storyboard con el Kinky Hoodoo Voodoo (Saturno al final del verano) de Velasco Broca me ayudó a mejorar bastante a la hora de fluidificar la narración.
Lo que hice en esta historieta fue combinar una ralentización del tempo narrativo por un lado, con el empleo de viñetas verticales, que sirven para dar una menor duración temporal a la viñeta, por otro lado. E intentar que la tensión generada entre estas dos estrategias contrapuestas, junto con la gestualidad del personaje, pudieran generar una emoción de cierta intensidad en el reducido espacio de tres páginas. Aunque claro, cuando escribía lo que hacía era sumergirme en emociones e instintivamente tantear viñetas que me ayudaran a expresar este tipo de ideas; todo lo anterior lo puedo decir ahora, a posteriori.
En resumen, “La duda” es un cómic que todavía me gusta, que ya es decir. Lo única duda que me queda es si hice bien en vestir del mismo modo al personaje femenino en los flashbacks, por si podría dificultar el entendimiento de estos como tales. Pero parece que esto no ha generado confusión en la gente que la ha leído.
Y con ésta concluyo las entradas dedicadas al fanzine Pasaje.